Me obligó el ocaso a silenciar mi boca cargada de improperios, me obligó a reírle a la vida sus insulsas gracias, adoctrinado por aquellos que intentaron mover mis alas contra mis propios vientos, mas pude encontrar a tiempo las certezas con las que sajar las cuerdas que anudaron otros a mis manos, para por fin, abrazar la vida desprendido de miedos.
Escribes muy lindo...Me gustan mucho tus letras se que nos sorprenderás muchisisimo.
ResponderEliminarBesitos
Gracias CATTERINE, se agradece el cumplido.
ResponderEliminarUn beso
Ricardo, préstame el útil con el que sajaste esas cuerdas...
ResponderEliminarEstoy en ello.
Un beso, cielo.
Natacha
El útil de la conifanza en uno mismo, no hay otro Natacha.
ResponderEliminarUn beso fortísimo.
Precioso, Ricardo, me alegro de que por fin seas libre para escribir y decir lo que sientas.
ResponderEliminarUn beso.
Si de algo debemos ser dueños es de nuestras alas Ricardo. Y yo sé, porque lo he visto de cerca, que tus alas son tuyas, porque te las has ganado con cariño.
ResponderEliminarSalud...os.
ResponderEliminarPodrán intentar convencer, adoctrinar y tratar de convertirnos a lo que se supone correcto; pero, ¡ay no! con alguno@s nunca podrán.
ResponderEliminarDevorando tu blog. Feliz (re)encuentro, feliz.
;-)